sábado, 3 de agosto de 2013

Vuela la vida es una y vuela!

Buenas tardes a tod@s. Lo primero pediros disculpas por no haber escrito en todo este tiempo, pero cuando uno se adapta a un país la vida se empieza a contemplar con normalidad y se esfuma esa necesidad de trasmitir y explicar. Hace poco estuve hablando con un amigo sobre este pensamiento y es un poco triste. Si lo pensáis bien, a todos nos pasa, comenzamos algo nuevo y  poco a poco deja de ser una sorpresa y sin darte cuenta estás de nuevo viviendo un “día a día”. Hace unos meses, cuando la abuela nos dio un pequeño susto prometí no quejarme nunca más de la monotonía. Pues ahora estando en aquí, añado: prometo no quejarme nunca más de la monotonía ni permitir que mi vida se convierta en una monotonía. Después de este pequeño discurso a lo Pasonaria, os voy a contar un poquito de estos meses e intentando no aburriros mucho.

 
Llegó Junio y con este mes nuevos acontecimientos. Mis padres aterrizaron en Finlandia. Durante una semana estuvieron aquí conmigo, paseando por las mismas calles por las que voy yo a trabajar, conociendo los parques donde me gusta ir a correr o caminar, sentándose en las cafeterías donde nos vamos a desconectar un poco y conociendo a amigos y compañeros por estas tierras. Una sensación un poco rara, pues siempre he sido yo la que ha hecho la visita a casa de papá y mamá, pero no al revés. Pero durante su estancia disfrutaron conociendo un nuevo país, las peculiaridades de esta cultura nórdica, visitamos Helsinki y Turku y sobre todo creo que se sintieron felices al ver cómo estoy y ese miedo que siempre tienen los padres cuando estamos fuera de casa, desapareció.  

En este mismo mes, Stéphanie y yo tuvimos un campamento de cuatro días. ¿Recordáis las típicas películas, normalmente americanas, de campamentos? Pues esa misma imagen que os viene a la cabeza es donde nosotras estuvimos. Cabañas de madera en medio del bosque, con sauna particular al lado de un lago exclusivo para nosotros, con sus respectivas canoas, hogueras en las que asar salchichas y nubes de algodón, etc. Un lugar increíble y donde aportamos nuestro pequeño granito de arena llevando a cabo algunas actividades y juegos.

¡Y en Julio llegaron nuestras vacaciones! Teníamos por delante doce días en los cuales Stéphanie y yo teníamos claro que queríamos disfrutar al máximo. Y qué mejor que coger un barco e irnos a San Petersburgo. En esta aventura, también contamos con la compañía de Jessica, otra voluntaria española y muy buena amiga. Reconociendo mi cierta ignorancia, estaba un poco nerviosa porque no sabía con lo que nos íbamos a encontrar... ¡Nos íbamos a Rusia! Una vez el barco llegó a su puerto, unos minibuses nos esperaban a toda esa oleada de turistas que llegábamos y a cual más variopinto. Nada más poner un pie en tierra, comenzaron las anécdotas. Con anterioridad ya me habían preguntado en una ocasión si yo era rusa. Pensaréis, claro María, normal que te lo pregunten, con tu melena rubia como los ángeles y esos ojos azules que tienes!! Es lo más normal! Bueno pues para mi sorpresa, nada más llegar a territorio ruso, tocó el turno de esperar en unas largas colas para que nos sellaran el visado. En ese momento veo que una mujer de seguridad comienza a hablar con otro chico, también del orden, y me miran. Yo pensando, ya me ha tocado a mí el registro, ¡seguro! El chico se acerca, me pregunta muy amablemente que qué tal estoy, y yo con mi cara de: hola, podemos ser amigos, pero no me hagas el registro… le respondo que muy bien jajaja, ¡qué se supone que hay que responder en esos casos! El susodicho comienza a hablarnos en un ingles un tanto peculiar que no llegamos a entender y tras concentrarnos en sus palabras, Jessica llega a la conclusión de que me está diciendo que por qué estoy esperando mi turno de sellado, si yo no tengo que esperar. Imaginad mi cara: me estas diciendo que no tengo que esperar, porque estás pensando que soy rusa??!! Jajaja finalmente le dijimos que éramos españolas y le tuve que enseñar mi pasaporte para que el muchacho se lo terminase de creer.

San Petersburgo ha sido sin duda una de las ciudades más bonitas que he podido visitar. Creo que también este sentimiento se ve reforzado por el desconocimiento que tenía antes de mi llegada. ¿Recordáis la famosa metáfora de las capas de la cebolla? En el trayecto en uno de esos minibuses hacia el centro de la ciudad ves grandes bloques de casas, grises, con rejas en las ventanas, con un aspecto un tanto triste, coches que seguramente van desmontándose y perdiendo piezas cada vez que son conducidos… pero, tras esas capas, aparece una ciudad totalmente diferente, colorida, con grandes edificios, calles unidas por puentes en los cuales merece la pena parar y observar los canales, los barcos que pasean continuamente llenos de turistas y voces que salen de amplificadores, un tanto molestas, que explican a esa multitud de personas lo que están viendo a través de sus cámaras fotográficas. Y allí estábamos nosotras, acompañadas de un estupendo sol, caminando por esas calles de nombres indescifrables, dando mil vueltas al mapa para ver algo que se pareciese a lo que veíamos en las señales indicativas, disfrutando de su música y su cultura en un lugar privilegiado como el Museo del Hermitage. Pero quiero haceros una pequeña reflexión. Tanto en Finlandia, como en esta ocasión en Rusia, me he dado cuenta de la importancia que le dan a sus raíces culturales, de ese sentimiento patriótico que en otros países no se hace tan evidente. Digo esto, pues siendo una ciudad que acoge a multitud de turistas, la mayor dificultad que pudimos tener fue el idioma. En esos barcos turísticos que te pasean por los canales de las ciudades, en su mayoría, era en ruso. En otras ocasiones aquí en Finlandia he tenido la misma percepción: trabajan para ellos, para su propio bienestar. Y pienso, ¿tal vez la solución en algunas ocasiones es ser un poco egoísta? Es posible.
 
Sin duda fueron unos días para disfrutar, reírnos, caminar y descubrir una nueva ciudad repleta de actividad en todas sus calles. Tuvimos tiempo de encontrarnos con un español, casado con una brasileña, y parar para ayudarnos a situarnos en el mapa, hablar con ellos de su viaje, de nuestros planes…Poner cara de buenas para que con nuestros carnets de estudiantes nos dejasen entrar gratis en los museos, regatear el precio de las Matrioskas,etc.




Bueno pues esto es uno de los capítulos de estos meses. Ha ciertas personas, les he prometido escribir este fin de semana dos entradas. Asíque me reservo más viajes e información para mañana! 



domingo, 12 de mayo de 2013

¡Es tiempo de primavera!



 Buenas noches a tod@s. Antes de que digáis nada, soy consciente de que estoy escribiendo poco, pero entended que en mi vida también existe la monotonía jajaja y para contaros cómo es un día normal… no creo que tengáis mucho interés en ello.
Pero lo que sí os puedo contar son pequeñas cosillas que han ido pasando en este tiempo.

¿Conocéis esa sensación de sentiros bien en un lugar? ¿De decir: “qué bien estoy!”? Desde el jueves estoy de puente, por fin, ya me tocaba a mí también ¿no? Tiempo para hacer alguna cosilla, descansar, ir a correr, pasear, etc. Afortunadamente el sol nos está visitando estos días y se puede disfrutar aún más. He empezado a descubrir Finlandia en primavera, sin nieve, hielo, con el cielo azul y el ansiado estado líquido del mar. Kotka es una ciudad para pasear cerca del mar, sentarte en un banco a disfrutar de un agradable libro y esperar a ver el atardecer. Suena un poco bohemio, pero es verdad. El otro día paseando por la playita que tenemos, pensé “¡pero qué bien se está!” y me di cuenta de que eso significa que estoy a gusto, disfrutando y sintiendo dónde estoy.

Con la llegada del buen tiempo, han empezado a aparecer los barcos. Todo el mundo tiene un barco más grande o más pequeño, de remos o a motor, con vela o sin ella… Son como los caracoles, con el sol, salen. Cada día que salgo a pasear, en el parque que tengo cerca de casa, descubro algo nuevo, estatuas que con la nieve no veía, cascadas preciosas, nuevos colores de flores que van apareciendo, los patos que empiezan a invadir los lagos. Pero sin duda, lo que más me llama la atención, es el cambio tan rápido que estamos teniendo con las horas de luz. Para que os hagáis una idea, más o menos, a día de hoy, anochece a eso de las 23:15h y amanece a las 4:00h de la madrugada. ¿Qué significa esto? ¡Qué nos estamos quedando sin noche! En unas pocas semanas el sol no desaparecerá en todo el día y particularmente, yo, ya estoy acostumbrándome a usar el antifaz.
 
Voluntarios
El fin de semana pasado tuve la suerte de volverme a reunir con algunos de los voluntarios. Esta vez nos reunimos en Lappeenranta. Allí viven Dani y Miriam que muy amablemente nos acogieron en su casa a Stéphanie (mi compi francesa), Danilo (voluntario italiano) y a Alberto (español, también). Cada vez que nos reunimos podemos hablar de nuestros proyectos, reírnos, cantar o bailar e incluso tenemos tiempo para debatir y cambiar el mundo. Tuvimos tiempo de disfrutar de la naturaleza, de la ciudad, pasear, tomarnos el primer helado de la temporada, salir de fiesta, etc. Para mí, estos encuentros son como una dosis de energía y positivismo gracias a las risas que tenemos con Dani y con Danilo y sus frases que quedarán para la posteridad, los achuchones de Alberto y las largas conversaciones con Stéphanie y Miriam. Pero tengo que reconocer que también echamos de menos a los que pertenecen a esta pequeña familia y no pudieron venir en esta ocasión como son Javi, Istvan y Jessica.
 
En el trabajo, las cosas siguen más o menos igual. Voy rotando por los distintos centros juveniles, aunque estas últimas semanas he estado más tiempo en Greippi (centro juvenil de Kotka). Cada vez tengo mayor cercanía con mis compañeros de trabajo y con los jóvenes. Ahora ya comienzan semanas de más actividad pues tenemos que empezar a organizar los campamentos que vamos a tener en verano. Mi cabeza de nuevo está rebuscando en los archivos de dinámicas, manualidades y juegos para hacer. Algunos ya sabéis que a finales de Agosto cambio de ciudad y de centros juveniles. Empezaré a vivir en Pyhtää y ya he tenido la posibilidad de estar allí un día para conocer mi futuro lugar de trabajo y compañeros… y tengo que reconocer que pinta muy bien. Sólo me falta conocer a la familia con la que voy a convivir durante unos meses.

Con Astrid
Hace unas semanas, también tuve la visita de otra voluntaria española, Astrid. Ayer regresó ya a España. Es de esas personas con las que sólo conviviendo unos días
parece que la conoces de toda la vida. Disfrutamos de un fin de semana estupendo, viendo la ciudad, paseando. Espero que ahora allí te vaya todo muy muy bien y que te echaré de menos!!!

No os he mencionado a Ana (la otra Cano, pues compartimos apellido), española, de Jaén a más no poder,  que anda por estas tierras. Es estudiante de intercambio. La conocí en las clases de finés y la verdad es que hemos hecho muy buenas migas. Una vez a la semana nos reunimos en casa, comemos juntas y así me enseña algunas cosillas del país (ella está aquí desde Agosto). El otro día tuvimos la suerte de disfrutar del sol y de sentarnos en la primera terracita “veraniega” de Kotka. Pongo las comillas porque el tinto de verano que me tomaría en una terraza en Buitrago lo he cambiado por un té o un café, que aquí aún se agradece.

Espero que por allí todo siga más o menos bien, porque leyendo los periódicos y viendo las noticias, uno ya no sabe qué pensar ni qué decir.

Hasta pronto. 


domingo, 7 de abril de 2013

Siempre estoy soñando...



Hola a tod@s. De nuevo estoy por aquí, tras unas semanas de nuevas experiencias y sentimientos. Ya llevo por estas tierras más de dos meses y a veces sigo sin creerme que esté en Finlandia. Uno de mis hobbies es caminar y caminar, ver los distintos paisajes y disfrutar del silencio en los paseos, de los distintos colores del cielo, de los atardeceres, etc. En ocasiones, cuando voy caminando, pienso ¡Madre mía, es que estoy aquí! e intentado, por un año, reorganizar mi vida y darle un sentido. Pero me paro a pensar: ¿Tengo este sentimiento de incredulidad porque estoy bien, porque cada vez tengo más organizado mi día a día en Kotka, o es por qué aún no estoy siendo consciente de lo que estoy viviendo? Sea como fuere estoy aquí, intentando aprender cosas nuevas a nivel profesional y personal, intentando aportar algo en la vida de la gente que me rodea cada día e intentando aprender, poco a poco y muy muy lentamente algo de finés.

En vuestras vacaciones de Semana Santa (afortunados españoles!), aquí nos ha tocado trabajar, pero tuvimos dos días de fiesta y un grupo de voluntarios decidimos organizar un viaje todos juntos para volvernos a reunir, pues desde el pasado campamento en Kokkola que os conté, hay muchos que no habíamos tenido contacto. El destino final era Estocolmo. Tras muchos problemas para contratar el viaje, éramos 13 personas y nunca es fácil tener todo bien, conseguimos nuestro objetivo y el viernes 29 de marzo tomamos un “mini crucero” que nos llevaría a una de las capitales europeas por excelencia. Tengo tan buenos recuerdos de ese viaje, que ahora cuando pienso en ello aún me entra cierta añoranza y morriña. Aparte de ser un viaje de disfrutar, de reír, de estar de fiesta (no puedo negarlo), ha sido un reencuentro con unas personas que están viviendo situaciones similares a la mía. Siempre es bueno compartir la experiencia, desprenderse de algunas preocupaciones y recibir consejos, pero también es gratificante saber que hay personas que se preocupan por ti, que sabes que están ahí para cualquier cosa, pues eso, estando fuera de tu casa, de tu ciudad y país, se agradece. Hay tantas anécdotas de ese viaje… imaginaos un grupo de 13 voluntarios, con un ingreso mínimo, viajando a Estocolmo, una de las ciudades, por no decir la ciudad más cara de Europa. Ya el viaje comenzó bromeando acerca de nuestros camarotes en el barco. Nos encontrábamos en la planta 2. Y sólo tengo que añadir que por encima y debajo de nosotros había coches y que no teníamos ventanas, pues estábamos por debajo del nivel del agua. Cómo muchos decíamos: “un Titanic” en toda regla. ¿Recordáis dónde viajaba Leonardo DiCaprio en la película? Pues bien, nosotros habríamos sido sus vecinos de camarotes.  Otro gran momento fue descubrir la tienda Tax Free (libre de impuestos). Ya sabéis que aquí el precio de las cosas es un poco elevado. Nuestra idea antes del viaje era: “bueno en el Tax Free podemos comprar la comida y bebida para estos días de vacaciones”. Pero al finlandés no le importa la comida, lo importante es el alcohol y estas tiendas son el paraíso para ellos. Botellas y botellas, de todos los sabores, colores y tamaños, comer… ¡da igual!

Desde aquí tengo que reconocer que la capital de Suecia, es sin duda, una de las ciudades más bonitas que he conocido. Tiene un encanto especial, con estrechas calles llenas de gente, de colores en sus fachadas y con sus canales de agua aportando movimiento y vida en cada rincón. Disfrutamos de su cultura y arquitectura acompañados de un agradable sol. Pero disfrutamos con limitaciones, pues el Euro, frente a la Corona sueca, no tiene nada que hacer y apenas nos permitíamos comprar algo que no estuviese dentro del McDonalds. Fueron cuatro días de desconectar de nuestros trabajos, de cantar y bailar, reír y disfrutar de una agradable compañía. La experiencia ha sido tan buena, que en breves repetiremos.
Os pongo alguna foto



 Aquí en Kotka, con el paso del tiempo, voy sintiéndome como en casa. Hoy me he despertado con un mensaje en mi móvil: “¡estás en el periódico!”. Unas chicas me hicieron una pequeña entrevista y ahí estaba hoy mi bonita cara  jajaja. Esta semana he tenido mi primera reunión para organizar uno de los campamentos que vamos a tener en verano. Stephanie y yo tendremos cada día un tiempo de trabajo con los niños para preparar manualidades o hacer juegos con ellos. Ya tenemos un montón de ideas en nuestras cabezas y esperemos que todo salga bien. Además el miércoles pasado, tuve la oportunidad de retroceder a mi infancia. Estuve con un grupo de niñas de 8 y 9 años y ya me conocéis, fui una enana más. Pudimos hacer pulseras, flores y jugar en la calle al “pilla-pilla”, al escondite inglés, etc.

Estoy ahora mismo sentada en la mesa de la cocina, frente a mi querido ventanal, por el cual, todas las mañanas a las 5:30h. el sol se cuela en mi casa y me da los buenos días. El verano se va acercando y yo, particularmente, ya empiezo a tener un problema con la luz. En este país no existen las persianas y es un gran inconveniente. Como ya sabéis, en verano no hay noche, continuamente está el sol y yo no sé que va a ser de los pobres voluntarios europeos. Hoy he decidido sacar el antifaz de la maleta para que en las próximas noches y ante la desesperación de querer dormir, poner ese molesto artículo en mi cara. Pero por otra parte me alegra el pensar que estamos en primavera, que el verano está próximo, tengo ganas de descubrir el país sin nieve, ver el estado líquido del mar, disfrutar de sus paseos y parques repletos de flores, de sus mercados y festivales. Pero para que os cuente eso todavía hay que esperar un poquito.

Atardecer en Kotka
Ya he tenido noticias estos días de las agradables lluvias y buen tiempo que estáis teniendo por allí, y eso que soy yo la que se venía a vivir a “Fríolandia” jaja. No os preocupéis que después de la tormenta siempre llega la calma. Sólo espero y deseo que todos estéis bien, que las cosas vayan mejor a aquellos que tenéis alguna preocupación y que sigan igual de bien o mejor al resto. Me acuerdo mucho de tod@s l@s que estáis por allí, pero por el momento, estaré unos meses más por aquí.

Hasta pronto.



domingo, 10 de marzo de 2013

¡Hoy me he convertido en un caracol más!



 Buenas noches a tod@s. Hoy me siento inspirada y con ganas de contaros las cosas, será porque ha salido el sol y eso me ha animado bastante.

Llevo un mes viviendo aquí y tengo que reconocer que se me ha pasado muy rápido, supongo que eso es buena señal.Estoy intentando disfrutar cada día y agarrarme a cada oportunidad que me aparece en este camino. En estos días he establecido mi rutina de trabajo. Ya no tengo ese caos de los primeros días en los que no sabía muy bien dónde tenía que ir, cómo ir y qué hacer. Normalmente estoy trabajando “Mesta” (nombre del centro juvenil). Allí los jóvenes pasan las tardes y yo intento ayudar en todo lo que puedo: jugamos a las cartas, al billar o ping-pong, algún día realizamos manualidades, etc. Mi próximo reto, hacer un mural en una de las paredes del centro, ya os iré informando de los progresos.
La semana pasada pude participar en mi primer campamento finés. Me fui, durante tres días, con los jóvenes de “Vessu” (otro de los centros juveniles donde colaboro) a disfrutar de la naturaleza. Los campamentos están situados en lugares de cuento. Normalmente rodeados de bosques, con lagos cercanos y un encanto especial. Allí fui la encargada de una de las cabañas de las chicas. Después de varios veranos sin ir al campamento de Gandullas, ya echaba de menos el estar en uno y durante esos días me acordé de un montón de anécdotas vividas con mi súper equipo de monitores (pequeña morriña). Volviendo al campamento, tenía a mi cargo a 10 chicas, de las cuales, la mayoría no hablaba muy bien inglés. El truco es ver quién sabe más inglés y usarle de traductor jajaja. Pero resultó una agradable convivencia con ellas y me lo pasé muy bien. Hicimos juegos al aire libre, jugamos al hockey, caminamos por la naturaleza y el último día fuimos a esquiar. Algunos sabéis que me apasiona y puedo decir que ese día disfruté como una enana.

Al día siguiente de regresar del campamento, volví a hacer la maleta y me fui a Helsinki junto con Dani, Rubén, Istvan y Javi (más voluntarios en Finlandia). Fue un fin de semanas de disfrutar y reírme. Me dí cuenta que pasado un determinado tiempo, es bueno reencontrarme con los voluntarios que conocí en el curso formativo.Ellos viven en diferentes lugares y trabajan en distintos proyectos, pero las dudas y los problemas que tenemos son similares y el poder hablar con alguien que está en tu misma situación te ayuda a dispersar alguna que otra preocupación o incógnita que ronda por la cabeza. Tuvimos tiempo de hablar, de hacer turismo, de conocer la noche de Helsinki, pese al mal tiempo y la nevada que cayó.

Y durante esta semana las cosas han ido con normalidad. Bueno, deciros que ya estoy registrada como ciudadana de Kotka (temporal jaja) y que el sol ha decidido visitarnos: “spring time is coming!” Hoy ha sido un día estupendo. Junto con Stéphanie, mi compañera francesa, hemos caminado durante horas por el mar, visitando las islas, pero sin necesidad de barco. Todo el mundo ha aprovechado el sol para salir a caminar y el mar parecía la Gran Vía de Madrid. Los niños estaban jugando con los trineos, algunos paseaban a sus perros, otros aprovechaban para hacer esquí de fondo, etc. Pero hoy he comprendido esa “adoración” que hacen al sol cada vez que sale, hoy me he convertido en un caracol más. No he hecho otra cosa que estirar mi cuello para intentar que me diese más y más el sol, aunque el frío fuese el mismo. Creo que cambia hasta el humor que uno tiene. Pero también me he dado cuenta de una cosa: siempre he querido vivir en un lugar que tuviese mar. Pues bien, ahora vivo en una isla (Kotka es una pequeña isla al sur de Finlandia, pero con un puente pequeño estamos unidos al continente), estoy rodeada de mar, pero no soy consciente de ello. El mar está tan congelado y blanco que no tengo consciencia de ello, así que estoy deseando que llegue el verano para poder disfrutar también de su estado líquido.

Bueno, tal vez me he extendido un poco, pero tenía cosillas que contaros. Espero no haberos aburrido mucho.
Hasta pronto.

     

lunes, 18 de febrero de 2013

Yo he venido a este mundo a vivir...

Iglesia Luterana de Kotka
Hola a tod@s. Sé que llevo tiempo sin escribir, pero estos días han estado llenos de información, de actividades y adaptaciones.
Cuando tomé la decisión de viajar y vivir en otro país, una de las razones principales era tener algo que hacer cada día que me despertase, tener una ilusión por ese día que amanecía. Hoy puedo decir que poco a poco voy consiguiendo aquello que me planteé.  Pero empezaré por el principio.

Los primeros días estuve alucinando, constantemente, por todo lo que me rodeaba. Ya fuese en el coche, autobús o andando, mirase donde mirase, llevaba una cara de tonta… todo los paisajes que veía, con tanta nieve, ¡me parecían de cuento! Y ahí estaba yo con mi gorro, mis guantes, mi bufanda, mis botas, mi abrigo, intentando forjar una vida en tierras nórdicas. Comencé a visitar los centros juveniles, conociendo a la gente con la que voy a trabajar durante este año, los chicos y chicas, memorizando el camino para ir al trabajo y no perderme, el número de autobús que tengo que coger, etc. Días de cansancio, principalmente mental, muchas cosas que recordar, que traducir simultáneamente en mi cabeza. Pero aquí estoy hoy con mi agenda en el bolso, llena de horarios y cosas que hacer cada día. En otra entrada os explicaré con más detalle lo que hacemos en los centros juveniles.

Concretamente estoy en la ciudad de Kotka, una pequeña isla al sureste de Finlandia. Que la palabra isla no os confunda, un puente nos une al continente. Todo esto lo aprendí a la semana de estar aquí, pues tampoco veía tanto mar para yo entender que fuese una isla… jajaja Vivo en un apartamento, pequeño, pero muy acogedor. Poco a poco lo voy sintiendo como mi casa, colocando recuerdos y fotografías. ¡Ya sabéis que tendréis un pequeño huequito siempre que queráis! Cerca, en Pyhtää, vive Stéphanie, mi compi francesa de aventuras. Trabajamos para la misma organización, compartimos clases de finés y de ahora en adelante nos esperan muchos viajes y anécdotas juntas.

Grupo de voluntarios
Esta última semana he estado en Kokkola, una pequeña ciudad al noroeste de Finlandia. Allí nos hemos reunido todos los voluntarios europeos que hemos venido a trabajar al país. No voy a mentiros, nos lo hemos pasado como niños. De un total de veintisiete personas, diez éramos españoles, y eso se nota. Éramos el ruido, los más habladores, pero también los primeros en cantar en el karaoke, en bailar, etc. Durante esta semana, a través de dinámicas y juegos, hemos recibido formación e información acerca del país, de los jóvenes, cómo vivir en Finlandia, aunque más bien lo titulaban: cómo sobrevivir en Finlandia. Han sido siete días en los que hemos compartido nuestras primeras experiencias e inquietudes y nuestros primeros temores. Pero lo más bonito ha sido que encontrábamos las respuestas, los consejos y el apoyo entre nosotros mismos. Cada uno ha aportado sus conocimientos y vivencias para ayudar al compañero a seguir adelante. He tenido la oportunidad de conocer a grandes personas, con unas ganas enorme de aprender, de vivir nuevas experiencias y de aportar su pequeño gran grano de arena.

Como veis, poco a poco voy siendo una más por aquí. Intento mejorar mi inglés, voy a una academia para aprender finés (¡qué complicado!), voy conociendo nuevas costumbres, comidas, nuevos hábitos. Y la suerte que tengo es que me siento acogida.
Como cosas curiosas: he podido caminar sobre el mar. Está tan helado que uno pasea por encima sin ningún problema. Intenté pescar en el hielo, pero creo que me engañaron, porque no picaba nada.

Aún tengo muchas cosas que contaros, pero poco a poco. Y sí, lo sé, escribiré con más frecuencia. ¡Palabrita!

Espero que por allí todo vaya bien e incluso mejor que cuando yo me vine.

Hasta pronto.

Dicen que venimos al mundo a sufrir, que la vida es un engaño... Yo he venido a este mundo a vivir, la vida es un regalo.


martes, 29 de enero de 2013

¡Cada paso que des es un paso que vives!



Buenas noches a tod@s. Aquí estoy de nuevo, escribiendo en el blog que tenía un poco abandonado. Hace cuatro meses cerré un pequeño episodio de mi vida. Una experiencia única, en la cual fui una más del proyecto, aprendí muchísimo y que hoy echo tanto de menos. ¡Eu voltarei, Brasilia!

Pero mañana empieza otro nuevo capítulo. A las 10h estaré cogiendo un avión con destino Helsinki ¡Los pingüinos me esperan! Desde allí me trasladaré a Kotka, mi nuevo lugar de residencia por un año. Nuevas calles, rincones por descubrir, una nueva cultura a la que adaptarse, personas por conocer y un nuevo proyecto en el que colaborar. Estos meses mi vida era pura monotonía. Sin una rutina diaria, sin tener que ir a clases y con la desesperación de buscar algo que hacer en mi vida. Volvería a poner de nuevo que todo esto es por culpa de la crisis, que es una pena que los jóvenes tengamos que emigrar para conseguir algo, que qué mal va el país y bla bla bla. Estoy algo cansada de escuchar una y otra vez ese discurso, aunque no le quito nada de razón. Pero ante la dificultad, debemos reinventarnos, movernos, movilizarnos. Cada uno a su forma, estando más cerca o más lejos. Buscando los pasadizos y atajos necesarios para conseguir alcanzar nuestra propia felicidad.  Y aquí estoy nuevamente, ante este reto, lleno de incertidumbres, pero con mucha ilusión y ganas de comenzar.

En algún momento me he parado a pensar si esto era lo correcto. Otro viaje, otro proyecto con fecha de inicio pero también con un final. Tendré que volver ¿y entonces? Puede que a la vuelta todo siga igual, o no. Eso es algo que nadie sabe. Hasta el día de hoy no me he arrepentido en absoluto de las decisiones de viajar, de ayudar, de conocer otras culturas, y creo que esta ocasión tampoco. Claro que en algún momento tendré que parar, pero ¿qué me lo impide ahora? Nada. Sin embargo, a partir de mañana me empezaré a sentirme útil de nuevo, a saber que estoy haciendo algo por alguien y ante eso, no hay nada que me frene.

Os iré narrando mis nuevas aventuras, mis sorpresas y descubrimientos, alguna que otra reflexión, etc. Una forma de mantener el contacto con vosotr@s. Y como os he ido diciendo estos días: estaré bien, no os preocupéis. Voy a disfrutar e intentar aprovechar al máximo esta experiencia. Estaré lejos, pero no me olvidaré de cada un@ de vosotr@s. Al igual que tod@s me deseáis lo mejor en este año, yo sólo espero que por aquí las cosas sigan igual o mejor. Que disfrutéis de cada momento, sonriáis todo lo que podáis y seáis felices hasta el extremo.

Nos vemos a la vuelta, pero por ahora sólo me queda decir…

Hasta pronto



sábado, 1 de septiembre de 2012

De visita a casa de los niños

Buenas noches a todos ¿Cómo estáis? Aprovechad de los rayitos de sol que van quedando, que poco a poco se acerca el otoño y el frío. ¡Qué la subida de IVA no nos prive de los pequeños lujos que no se pagan con dinero!
Sé que hace muchos días que no escribo, pero no creo que sea necesario contaros cuando me despierto, qué como, lo que hago cada día con los niños, a qué hora me acuesto, etc.  ¡Sería un poco pesada! ¿No? Pero hoy, sin embargo, tengo muchas cosas que escribir.
Esta mañana hemos visitado Itapõa, una de las denominadas “ciudades satélites” que hay próximas a Brasilia. Allí viven algunos de nuestros niños y  sus familias se ofrecieron para que fuéramos a conocer sus casas. Nos hacía mucha ilusión, las madres estaban estos días contentas por que fuésemos, los niños nos preguntaban que cuándo íbamos a ir, etc. Pero creo que no pensé en el factor negativo. Después lo entenderéis.
Cuando iba en el coche, intentaba imaginarme cómo sería la “ciudad”, las casas, añadía datos y cosas que las Hermanas me habían contado, la situación familiar y económica de la familia… Más o menos tenía una fotografía creada en mi cabeza. La primera casa que visitamos fue la de Leticia. Es una de las pequeñas del proyecto y su madre casi todas las tardes viene a ayudarnos con los niños. Desde el primer día tanto ella, como su hija, han sido muy agradables conmigo. Una gran puerta de metal y un muro de hormigón nos dan la bienvenida a su casa. Pero sorprendentemente es de esas casas que por fuera no parece gran cosas, pero tengo que reconocer que por dentro estaba bastante bien. Ambas, junto con su marido, nos han enseñado la casa y nos han ofrecido algún dulce y refresco. Con ella nos hemos dirigido al resto de las casas. Itapõa tiene una calle principal con comercios y el resto son calles, en las cuales, lo primero que se aprecia son muros de cemento, pintados de distintos colores, que esconden las viviendas. Las dos siguientes casas, de Dayana y el pequeño Kaique, eran muy pequeñas, con una salita que hacía las funciones de salón, comedor, despensa y cocina; una única habitación y un pequeño servicio. Apenas entrábamos. Pero en ambos lugares, las madres han agradecido mucho la visita. Nos han ofrecido zumo o frutas, alegando que nunca tenían visitas, que éramos las primeras.
Por último hemos visitado la casa de los hermanos Raimison y Regina. Algunos ya habréis visto alguna foto de ambos y sé que está mal decirlo, pero Raimison, especialmente, es mi favorito. Tenía ganas de conocer su casa, su entorno, ayer estuvimos bromeando si había limpiado o no su habitación, etc. El resultado no ha sido el que yo esperaba, me ha dejado un mal sabor de boca y una reflexión posterior. La casa, en cuanto a infraestructura, era la peor que habíamos visitado, sin puertas, sin color en sus paredes, dos pequeñas habitaciones para cuatro personas y una cocina. ¿Dónde está el baño? No tienen. Un pequeño grifo, una cortina y un cubo cumplen todas las funciones de un servicio. En ese momento tienes que disimular, todo esta bien, no te llama nada la atención, es normal la situación…pero no lo es. En ningún momento me había recreado esa imagen en mi cabeza e intentaba esconder mi asombro y mi tristeza.
Después de visitar a las familias en Itapõa, en el trayecto a Brasilia recordé mis visitas a los pueblos de la India. Sin duda la situación de pobreza en mucho más impactante en aquel país, pero la gente que conocí no eran personas que veía cada día, con las que compartía mis tardes. Eran familias que visitaba y allí se quedaban, no las volvía a ver. Sin embargo, a estos niños los veo cada día y si ya antes tenía claro cual era mi papel y estaba contenta con lo que hacía, ahora puedo ratificar que no me arrepiento en absoluto de haber tomado la decisión de venir a este proyecto durante dos meses, porque sé, que durante las horas que están aquí son felices, olvidan sus problemas, juegan, cantan, estudian, bailan y por unas horas SON NIÑOS.
 Y hoy, 1 de Septiembre, vuelvo a estar sola en mi habitación. Alejandra y Claudia, las otras dos voluntarias, han regresado a España. Ayer por la tarde los niños prepararon una pequeña sorpresa. Habían preparado bailes, merienda y algún regalo para ellas. Las tres acabamos emocionadas, el día que me marche yo… ¡no lo quiero ni pensar! Me vais a permitir que les dirija unas palabras. Gracias por compartir la experiencia conmigo. Ya os lo he dicho en algún momento, pero para mí, habéis sido un pilar importante, compartiendo alegrías, preocupaciones, consejos, etc. ¿Quién me va a distraer ahora?! PRAZER TIA ALEJANDRA Y TIA CLAUDIA *
 
Hasta pronto
*la palabra TIA la emplean los niños, de forma cariñosa, para hacer referencia a las personas que son más mayores que ellos.